FACTORES DE INDUCCIÓN |
Inducción por efecto de la longitud del día
El efecto del largo del día sobre la floración fue determinado a inicios del 1900. Se utiliza un sistema de clasificación para las plantas, del siguiente modo:
Plantas de día largo: Son aquellas que florecen a fines de primavera o verano y que requieren pasar por un período en el que las horas de luz superan las horas de oscuridad a la cual son expuestas.
Plantas de día corto: Son aquellas que florecen en otoño e invierno y que requieren ser expuestas a condiciones de luz cuyas horas sean inferiores a las de oscuridad.
Plantas indeterminadas o de día neutro: Son plantas que florecen en una amplitud de días variable, no requiriendo un fotoperíodo específico.
Plantas intermedias: Corresponde a aquellas plantas que requieren como estímulo una similitud entre las horas de luz y las horas de oscuridad a la que son expuestas.
Los requerimientos pueden ser de tipo absolutos (cualitativos) o facultativos (cuantitativos) según la dependencia de cada vegetal a los requerimientos inductivos.
El mecanismo de percepción de luz está situado en las hojas, específicamente en cierto grupo de pigmentos (fitocromos). Cuyo estatus en la planta determina la inducción.
Inducción por efecto de las temperaturas
La floración puede ser promovida por la acción de temperaturas relativamente bajas, en este caso se usa el término vernalización. El requerimiento puede ser facultativo o absoluto, aún en un mismo género se puede encontrar que algunas especies son absolutas y otras facultativas; en lechuga por ejemplo se comprobó el efecto del frío como inductor de la floración, puesto que no hay cambios visibles durante el tiempo de exposición al frío.
La vernalización tiene un rango óptimo de temperatura para actuar en la mayoría de las plantas, requiriendo entre 6 y 10º C. Algunos plantean que la variación podría situarse entre -5 a 15ºC, con un óptimo que variaría entre 1 a 7ºC.
La duración del período de exposición al frío parece guardar relación con el estado de las plantas, requiriéndose en general mayor tiempo de exposición en la medida que las plantas son de más edad.
La vernalización puede ser revertida y no llegar a expresar la floración si las condiciones de frío son interrumpidas, ocurriendo una devernalización.
El estímulo de la vernalización desencadena directa o indirectamente el cambio en la yema que vira de vegetativo a floral. Este estímulo se multiplica por sí mismo durante la división celular, como un gen o grupo de genes desreprimidos por el efecto del frío. Este estímulo es trasmitido en la planta por la vernalina, que es una sustancia hipotética que ha sido posible de sustituir por giberelina en algunas especies. Se plantea que la giberelina actúa como una hormona intermedia entre la percepción de la vernalización y la respuesta de las plantas, expresadas en su desarrollo o crecimiento.
Se cuenta con contundentes antecedentes que permiten establecer que el efecto del frío en la promoción de la vernalización se podría reemplazar o complemantar con el uso de hormonas.
La clasificación propuesta por SALISBURY (1963) agrupa los requerimientos de las especies del siguiente modo (ver cuadro):